Días de conmoción atraviesa el mundo del golf a raíz del fallecimiento de María Victoria De La Mota Claverie, esposa del jugador Emilio Puma Domínguez, a causa de dengue. El desenlace ocurrió el pasado sábado, mientras el deportista se encontraba regresando al país de un torneo en México del que tuvo que retirarse al ser notificado del deterioro de salud que había sufrido su pareja de 33 años. Tan solo horas bastaron para que la madre de Claverie hiciera pública una desgarradora carta despidiendo a su hija. Y ahora, llegó el turno de su tía.
«¿Quiso esta Elegía describir tu partida Victorita del alma nuestra?«, comienza Catalina, haciendo uso de algunas estrofas del poema Elegía de Miguel Hernández para abrir la sentida carta que publicó en su cuenta de Facebook para darle el último adiós a su sobrina.
«Tanto dolor se agrupa en nuestro costado, que por doler nos duele hasta el aliento. Un manotazo duro, un golpe helado, un hachazo invisible y homicida, un empujón brutal te ha derribado», continuó la hermana de Lis, madre de Victoria.
«Temprano levantó la muerte el vuelo, temprano madrugó la madrugada, temprano estás rodando por el suelo», cita la última estrofa del poema. Y desde sus propias palabras, Catalina agregó: «Victoria fue todo lo que está bien en este mundo. Hoy es el ángel que esta familia tiene en el cielo«.
Las estrofas elegidas por la tía Catalina son pertenecientes al mismo poema por el que optó Lis, madre de María Victoria De La Mota Claverie, para despedir a su hija, también a través de redes sociales. La composición fue compuesta en 1935, cuando Miguel Hernández buscó homenajear a su amigo Ramón Seijé con aquellas palabras.
Lis es escritora y tiene un fondo de color negro en el avatar de sus redes sociales, en clara señal de luto. La mamá de Victoria eligió titular su posteo con una frase desgarradora: «Mi hija pequeña ha muerto«.
Domínguez se había casado con ‘Vicky’ -de 33 años- en 2016 y se habían convertido en padres de Constantino e Hipólito, de 4 y 1 año, respectivamente. «La salud de Victoria se deterioró con tal rapidez, que falleció mientras Puma realizaba el viaje de más de 7,000 kilómetros de regreso a casa», indicó la web oficial del PGA Tour.
De La Mota Claverie, cuyo funeral se realizó este domingo en el cementerio ‘Jardín del Recuerdo’ de la capital de San Luis, era diseñadora de indumentaria y, según su perfil de la red social Linkedin, trabajaba en la empresa Kosiuko desde hacía siete años.
Disfrutaba jugar al tenis y también se había animado a probar con el golf, el deporte al que su marido le dedica su vida. «Vicky aprendiendo a pegar drive», escribió Domínguez en una publicación de agosto de 2015, en la que se veía a su mujer practicando.
La inquietante noticia afectó también a los amigos y compañeros del Tour durante la madrugada del sábado. «Habiendo compartido innumerables torneos y viajes con el Puma, una persona cálida y afable, los jugadores argentinos compitiendo en México se mostraron especialmente perturbados», explicó el PGA.
En apoyo al Puma y su familia, durante la ronda final del domingo en el Atlas Country Club, los jugadores y el personal del Tour utilizaron lazos negros en su vestimenta.
El poema completo que le dedicó su tía y madre a La Mota Claverie
Yo quiero ser llorando el hortelano de la tierra que ocupas y estercolas, compañera del alma, tan temprano.
Alimentando lluvias, caracolas y órganos, mi dolor sin instrumento, a las desalentadas amapolas, daré tu corazón por alimento.
Tanto dolor se agrupa en mi costado, que por doler me duele hasta el aliento.
Un manotazo duro, un golpe helado, un hachazo invisible y homicida, un empujón brutal te ha derribado.
No hay extensión más grande que mi herida, lloro mi desventura y sus conjuntos y siento más tu muerte que mi vida.
Ando sobre rastrojos de difuntos, y sin calor de nadie y sin consuelo voy de mi corazón a mis asuntos.
Temprano levantó la muerte, el vuelo, temprano madrugó la madrugada, temprano estás rodando por el suelo.
No perdono a la muerte enamorada, no perdono a la vida desatenta, no perdono a la tierra ni a la nada.
En mis manos levanto una tormenta de piedras, rayos y hachas estridentes, sedienta de catástrofes y hambrienta.
Quiero escarbar la tierra con los dientes, quiero apartar la tierra parte a parte a dentelladas secas y calientes.
Quiero minar la tierra hasta encontrarte y besarte la noble calavera y desamordazarte y regresarte.
Volverás a mi huerto y a mi higuera: por los altos andamios de las flores pajareará tu alma colmenera de angelicales ceras y labores. Volverás al arrullo de las rejas de los enamorados labradores.
Alegrarás la sombra de mis cejas, y tu sangre se irá a cada lado disputando tu novia y las abejas.
Tu corazón, ya terciopelo ajado, llama a un campo de almendras espumosas mi avariciosa voz de enamorado.
A las aladas almas de las rosas del almendro de nata te requiero, que tenemos que hablar de muchas cosas, compañera del alma, compañera…