Argentina tiene tres representantes en el PGA Tour, la meca del golf mundial más allá de la irrupción del LIV Invitational que lucha por copar la parada a fuerzas de los petrodólares sauditas. El más veterano es el veterano chaqueño Fabián Gómez, que lleva 235 torneos disputados, con dos triunfos, desde su desembarco en 2011. El segundo más experimentado es otro chaqueño, Emiliano Grillo, que lleva ocho años en el circuito, también con dos victorias, aunque últimamente con mucho más protagonismo que su coterráneo. Pero ahora es el tiempo es un rosarino de 27 años que se llama Alejandro Tosti y este fin de semana vive su mejor actuación en la gira, a la que accedió luego una temporada tan brillante como explosiva en el Korn Ferry Tour, la categoría que sirve como cantera para el gran circo de los fairways y los greens.

Tosti busca este domingo su primera coronación el PGA tras quedar como uno de los cinco primeros del Abierto de Houston. Comparte el primer escalón del leaderboard con el inglés David Skinns, el alemán Stephan Jaeger, el belga Thomas Detry y, nada más ni nada menos, el estadounidense Scottie Scheffler, el indiscutido número uno del mundo que va por su tercera coronación del año tras brillar The Players y en el Arnold Palmer Invitational. No es el favorito, claro. De hecho, la jornada arranca con 12 jugadores separados por solo dos golpes. Pero por qué no soñar en grande. Le sobra talento al argentino.

Sin embargo, no todas son flores para Tosti. Es que 2023 fue el año en el que consiguió la tarjeta para llegar al PGA Tour, pero también fue una temporada de aprendizajes. A la fuerza.

En agosto, mientras jugaba el Albertsons Boise Open, en Idaho, recibió un duro castigo por sus inconductas y puso en riesgo todo lo que venía consiguiendo con los palos en las manos. El argentino explotó durante la segunda jornada mientras esperaba que su compañero de juego ejecutara un golpe. Más allá de que la situación se manejó con una discreción propia de una película de espías, aseguran que Tosti se pasó como dos pueblos con los insultos que lanzó contra Kyle Westmoreland. Algo inadmisible en un juego de caballeros que decantó en su expulsión del torneo y en la suspensión de su tarjeta.

El problema es que aquel episodio marcó una reincidencia. Fue la gota que rebalsó el vaso. Hubo, una semana antes, una denuncia por insultos a su caddie. Fue el mismo torneo donde estalló luego de una mala ejecución y no sólo arrojó el palo al piso, sino que lo pateó con tanta mala fortuna que se estrelló contra uno de los marcadores de tee. A eso había que sumarle el día en que estalló contra unos rivales, a quienes insultó de arriba a abajo por considerar que no lo dejaban avanzar en tiempo y forma en su juego. Y así la lista de transgresiones se fue agrandando hasta que se convirtiera en algo así como persona no grata para todos los que compartían torneos con él.

Sin embargo, Tosti hizo el clic a tiempo y logró comportarse como el caballero que es fuera de las canchas. Ya jugó 11 torneos en esta temporada, con seis cortes superados y una aparición en el top ten. Y transita por estos días su mejor fin de semana en el circuito, algo que ni siquiera soñaba cuando empezó a jugar algo parecido al golf con un palo y una pelota de tenis de mesa en su Rosario natal y apostaba con su hermano para ver quién era el primero que le acertaba al hueco de una rejilla.

Ni siquiera cuando se lo empezó a tomar más en serio y deslumbraba con su talento en el club Mitre, de Pérez, al que llegaba luego de viajar una hora en micro para ir a practicar. “Ese niño siempre soñó en ese viaje poder tener la oportunidad de jugar en el PGA Tour y ahora es una realidad. Está sucediendo, así que ahora me digo: disfrutalo y hacé tu mejor esfuerzo», le dijo el viernes al sitio oficial del PGA Tour.

Allí, Tosti se define como un jugador «creativo», a quien le gusta «arriesgar desde el tee». “Disfruto visualizar un tiro y simplemente salir y ejecutarlo. Es la parte divertida del juego. Desde muy joven siempre fui así. Crecí en un campo que es muy corto y hay que trabajar la pelota en ambos sentidos. Aquí pasa lo mismo, pero ahora los campos son más largos”, explica quien se convirtió en profesional en 2018 y que desde entonces no para de crecer. Es que al año siguiente ganó el PGA Tour Latinoamericano y el año pasado brilló, más allá de las injustificadas y exageradas rabietas, en el Korn Ferry Tour.

Y se ilusiona con lo que viene. “Me entristeció mucho al comienzo del año no poder involucrarme mentalmente con el juego, no estar conectado, no obtener los resultados que quería. Pero hicimos un par de cambios esta semana y están funcionando, así que lo mantendremos así».

Tosti, cocinero y arregla tutti

Tosti ama la cocina. Asegura que no lo hacía hasta llegar a los Estados Unidos y vivir su experiencia universitaria. Sin embargo, su ascendencia italiana vino cono la marca genética de la gastronomía. “Cocinamos en casa de amigos o todos vienen a tu casa o van a una fiesta familiar. Siempre es comida casera. Crecí con mi mamá preparando el almuerzo todos los días y luego mi papá preparando la cena para cada comida”.

Su comida favorita son «las milanesas de pollo al horno, con una buena ensalada o puré de papas”. Sin embargo, con el tiempo logró sofisticar su paladar y no sólo le divierte cocinar comida argentina, sino que también experimenta con platos asiáticos a medida que aprende a utilizar especias para acentuar los sabores. “Disfruto preparando mis platos y explorando diferentes tipos de cocinas».

Tosti también reconoce que tiene otra pasión más allá del golf. «No soy un fanático. Soy un buen jugador que se toma el tiempo para hacer el trabajo, pero una vez hecho el trabajo, despego y hago muchas cosas». Y revela que tiene dos hobbies. Uno son los autos y otro es reparar artefactos.

Alejandro Tosti, en acción. Foto: AFPAlejandro Tosti, en acción. Foto: AFP

«Amo los coches. Intento tunearlos y cambiar cosas yo mismo y aprender sobre ello. Soy un reparador. Me gusta desarmar cosas y descubrir qué está pasando, al menos intentarlo. Mi padre es ingeniero electrónico y crecí viendo cómo desmontaban y reparaban muchas cosas, así que eso es algo que todavía estoy aprendiendo”.

Y sigue: “El otro día encontré una licuadora que estaba al lado de un tacho de basura. La desarmé toda y solo había un cable cortado. Lo soldé y ahora funciona muy bien”.



Fuente Clarin

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