A veces el oficio se apoya en las emociones. Contar un partido de Boca en una instancia como la de este lunes es una experiencia única por la expectativa que genera, por el desarraigo y la distancia. El Hard Rock tiene dos bandejas y un techo que favorecen la acústica. Y retumba, trae ecos familiares.

La organización en el estadio les da a los periodistas una ubicación preferencial, con bufete y aire acondicionado. Pero con ventanas que impiden sentir el vibrato del público.

Entonces, lo mejor para vivir y narrar el empate de Boca estaba en la segunda bandeja. Ahí era donde había que ubicarse y a diferencia del partido inaugural -el de Messi- los y las cronistas de los medios argentinos decidieron ubicarse en la tribuna. Aunque nunca quedó claro si eso estaba o no permitido.

«Esto pagó el viaje», dice uno mientras suelta al otro. El sacrificio para llegar hasta Miami para algunos es diferente al de otro. De la misma manera que algunos se van satisfechos tras el 2-2 y otros maldicen y mastican bronca.

Entre quienes ocupan una butaca cerca del único bombo que se oye y marca el pulso desde el corazón de la grada están también algunas modelos y presentadoras de TV muy conocidas. Influencers, estrellas de la TV, cronistas de la TV. Laburando también con lo que les pasa. Ninguno de los que están ahí tiene la vida resuelta. Y también festejan.

Los hinchas entonan todas las canciones, gritan «bieeeeen», cuando Ayrton Costa anticipa a Di María y celebran los goles con toda la garganta. Se vacían de pasión.

El calor de la gente, la emoción y el abrazo estremecedor con el de al lado -que jamás será olvidado- erizan la piel. Se llora porque se recuerda al que no está y porque cuando uno ya no esté, querrá que alguien lo llore en alguna tribuna donde juegue Boca.



Fuente Clarin

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