A casi un mes del accidente que sufrió Matías Bottoni en el Parque Roca, donde se fracturó la sexta vértebra cervical, que le dejó secuelas motrices, el joven nadador de 17 años se recupera en la sede Escobar del centro de rehabilitación Fleni, donde fue trasladado el 22 de mayo. Sin embargo, su familia reclama por deficiencias en la atención y las condiciones edilicias del reconocido centro médico. «Para nosotros es una sorpresa porque nos imaginábamos algo de última generación», le dijo a Clarín el papá de Mati, Luciano Bottoni.
Según su testimonio, no sólo deben lidiar con la incertidumbre que genera el delicado cuadro que enfrenta Matías, sino también con molestias cotidianas como baños inundados, comidas que consideran escasas o inapropiadas, y una odisea para conseguirle una silla de ruedas, que finalmente les entregaron, pero que «tiene más de 60 años de antigüedad y está toda rota», de acuerdo a sus palabras.
«Estamos atravesando otra situación que la verdad me hizo revolver la panza. Pensé que me iba a encontrar con otra cosa, totalmente distinta por el precio que te cobran. La verdad es que me desilusioné completamente. Yo voy a pelear para que Matías tenga lo mejor y me parece que esto no es lo mejor«, se quejó su padre.
«Por ejemplo, lo bañan a Matí y se inunda el baño. Mi señora se bañó y se inundó también. Llamamos para secar y nadie te da pelota. Te responden que se inunda a veces y que el agua sale hasta el pasillo», describió.
Los padres de Matías cuentan que advirtieron algunas anomalías apenas arribaron al Fleni. Sin embargo, optaron por no apresurarse y dar un margen de tiempo para que la situación se acomodara. Pero con el correr de los días, los problemas persistieron, y a pesar de que presentaron sus quejas al personal médico y administrativo, no obtuvieron respuestas concretas ni cambios en la atención.
«La silla de ruedas está usada, rota, el baño se tapa, se está pagando un millón y medio de pesos por día, como que ya estoy un poco hinchado de todo esto», señaló indignado el papá de Matías en su charla con Clarín. Vale recordar que la familia Bottoni pudo pagar la internación y el tratamiento gracias a una colecta solidaria que se armó para ayudarlos.
En paralelo a estas incomodidades, una alarma. De acuerdo al relato de Luciano, Matías estuvo varios días con fiebre a causa de una infección, de la que aún se recupera y que lo obligó a pausar temporalmente su rehabilitación. “Mati se pescó una bacteria intrahospitalaria acá, claramente por todo esto”, plantea su padre, que también pone el foco en los medicamentos que está recibiendo.
«Los medicamentos que le dan acá son genéricos y no hacen efecto. Por ejemplo, le dieron dipirona y no le bajó la fiebre. La dipirona se usa cuando tenés 39 o 40 de fiebre y la desploma a la fiebre, pero tenés que comprar una de marca», expresó Luciano, quien junto a su esposa son odontólogos en Rosario. Y agregó: «Yo me traje cremas Platsul, porque acá dan la marca genérica. En mi consultorio, lo veo todo el tiempo con los antibióticos y no es lo mismo».
Frenta a esta situación, la familia de Matías está buscando alternativas y evalúa trasladarlo a otro lugar: «No es lo que nos dijeron, voy a averiguar en otros centros de rehabilitación«, dice Luciano.
«Los recursos que está usando Mati, como siempre lo dije, los voy a cuidar, esto no está a la altura de lo que están cobrando», remarcó Luciano, en relación a los fondos que lograron juntar gracias a la ayuda de la gente que se conmovió con el accidente que sufrió el joven nadador. «Es una lástima, le quedó solo el nombre de la institución, parece un hospital público. Más allá de lo hermoso que es el predio, si en un centro de rehabilitación de primerísima generación tenés una silla de hace 60 años, que está toda rota, los tornillos que lastiman, realmente es inaceptable», concluyó.
Ante el reclamo de la familia Bottoni, Clarín se comunicó con el Fleni para darle su derecho a réplica. Desde la institución, fundada en 1959 y de prestigio internacional, se mostraron abiertos al diálogo para lograr la mejor resolución posible del caso, ya sea manteniéndolo en la institución o derivándolo a otro centro de rehabilitación.
En un escrito firmado por su director médico, el doctor Claudio Pensa, el Fleni destacó las instalaciones de su sede en Escobar, con más de 23.000 metros cuadrados cubiertos, dedicados exclusivamente al tratamiento integral de pacientes neurológicos, con 95 camas, 4 gimnasios especializados y dos laboratorios de tecnología aplicada, y el trabajo de 480 profesionales y técnicos que conforman un equipo interdisciplinario.
En relación a los planteos de la familia Bottoni, el Fleni hizo un punteo de cada uno de ellos, dejando en claro sobre el final su compromiso por «la calidad, la seguridad y el bienestar» de sus pacientes,