Para Martín Demichelis y Enzo Pérez no fue un partido más esta final de la Supercopa Argentina en Córdoba. Aun inmersos cada uno en lo suyo, el morbo estuvo presente tras el enfrentamiento entre ambos que culminó con la salida del mendocino de River y su llegada a Estudiantes de La Plata. Antes de empezar el partido, y después de saludar a sus ex compañeros, Pérez se dirigió hacia el banco de suplentes de River y sorprendió: fue directo hacia Demichelis y le extendió la mano, que fue estrechada por el técnico ‘millonario’.
El saludo fue cordial y frío a la vez. Incluso pareció que Demichelis quiso hacerse el desentendido al mirar hacia otro lado justo en el momento en el que Pérez llegaba al banco de suplentes. El mendocino bajó las escaleras, le extendió la mano a Micho y después saludó al resto de los integrantes del cuerpo técnico y a los futbolistas que estaban en el banco. A todos ellos fue con un beso o abrazo.
Para los hinchas de River también fue especial. Cuando los equipos salieron a realizar los movimientos precompetitivos, Enzo fue ovacionado de los cuatros costados. Por los Pinchas y también por los Millonarios, claro. Que lo sienten propio y lo aman como a un ídolo. Enzo levantó sus brazos y agradeció el afecto.
Y ni hablar de lo que vivó su familia, tan fanática de la banda roja como el mismo Enzo Pérez. De hecho, horas antes del partido, el hijo del mediocampista central, Santiago, publicó en Instagram una imagen de su papá en un vestuario, con la camiseta de Estudiantes puesta y la de River atrás. Y la acompañó de dos emojis: un corazón partido y una carita llorosa. La síntesis de lo que sintieron muchos riverplatenses en Córdoba. La propia familia, incluso, todavía no pudo soltar. Tanto Santiago, como Pía, su hermana y Florencia, su mamá, estuvieron en el hotel de River y entraron al Kempes con la comitiva Millonaria y vestidos de River. Que todavía no pueden creer que se haya ido de River. Y de la manera que se fue.
La relación entre Pérez y Micho se quebró tras un off del técnico con la prensa, cuyos comentarios críticos llegaron a oídos de los jugadores. Pero, en verdad, ya venía resquebrajada de antes.
Y hubo varios factores: las declaraciones públicas poco fortuitas del entrenador y su exposición en programas de televisión; cuestiones futbolísticas y un episodio que empezó a generar desconfianza: como capitán, Enzo Pérez le pidió al técnico que intercediera si fuera necesario en la conversación por los premios con los dirigentes, como lo hacía Marcelo Gallardo.
La situación explotó tras el off con la prensa. Desde ese momento, por más que al tiempo Demichelis les pidió disculpas a los jugadores, no hubo más diálogo. Y en las charlas con sus compañeros en las habitaciones de la concentración, Enzo descargaba su bronca con Micho. Incluso, Pérez no lo saludó más. Y si tenían que hablar de algún tema táctico, lo hacían a través de Pinola, que era el interlocutor.
Este enfrentamiento quedó expuesto el 22 de diciembre en Santiago del Estero cuando Pérez jugó último partido con la banda roja sobre el pecho, en la final del Trofeo de Campeones ante Rosario Central. Cuando salió, saludó a todos menos a Demichelis.