Los más de cinco mil argentinos que llenaron las tribunas del court Guillermo Vilas del Buenos Aires Lawn Tennis estaban ilusionados con festejar un triunfo celeste y blanco en la final del Argentina Open 2025. Se quedaron con las ganas, pero no tuvieron problemas en aplaudir -y con ganas- a quien terminó levantando el trofeo con forma de mate del torneo porteño. Porque en un estadio que vibró con un clima futbolero, típico de un clásico sudamericano, el brasilero Joao Fonseca, de apenas 18 años, jugó un partidazo y derrotó por 6-4 y 7-6 (7-1) a Francisco Cerúndolo para conquistar su primera corona como profesional.

En jugador carioca, campeón del US Open 2023 en junior y ganador el año pasado de las Next Gen Finals, volvió a mostrar en el duelo decisivo el tenis de altísimo nivel que había desplegado en cancha durante toda la semana y se aprovechó de un argentino que estuvo demasiado errático (quizás por la presión de estar jugando por un título en su ciudad, a cuadras de su casa).

Nacido en Río de Janeiro en agosto de 2006, Fonseca se convirtió en el jugador de menor ranking de la historia del torneo y se llevó una cosecha de puntos que le permitirá escalar del 99° al 68° lugar del ranking mundial. Y confirmó que tiene talento en su raqueta, madurez en su cabeza y pasión en su corazón para llegar a ser un titán del tenis.

No entraba un alma más en el estadio cuando se puso en marcha el partido. Fueron más de 5.700 personas las que coparon las tribunas. La mayoría eran argentinos, pero había un gran número de brasileros -como había ocurrido en toda la semana- y la guerra de hinchadas no se hizo esperar. Porque encima los dos bandos ya habían calentado motores en la definición del dobles que Guido Andreozzi y el francés Theo Arribage le habían ganado en primer turno a Rafael Matos y Marcelo Melo.

Fonseca arrancó mucho más suelto y Cerúndolo hilvanó de entrada tres errores no forzados, que lo dejaron con un triple break point en contra. El porteño salvó dos, pero no pudo en el tercero y el visitante se puso 1-0.

Los fanáticos enfundados en remeras amarillas estallaron, coreando el nombre de su nueva estrella. Y los que agitaban banderas celestes y blancas los silbaron hasta callarlos. Los roles se invirtieron cuando Francisco recuperó el saque en el game siguiente y niveló el marcador 1-1. Fue apenas un aperitivo de lo que ocurriría durante toda la tarde.

El partido igual era entretenido, porque por momentos, los dos se conectaban al mismo tiempo y hacían vibrar al público con unos duelos de derecha a pura potencia.

A Cerúndolo pareció costarle controlar los nervios de jugar una final ante su gente y de estar tan cerca otra vez de levantar el trofeo del torneo que más disfrutan los argentinos, y se equivocó demasiado. En el séptimo game, llegó a sacar 40-15, pero cometió cinco errores no forzados uno atrás de otro (el último, uno insólito en la red) y regaló un quiebre. Fonseca, que también fallaba pero no tanto, agradeció el obsequio y logró cerrar el set por 6-4 tras 44 minutos.

El calor no ayudaba al desarrollo del partido. Con un sol a pleno y bastante humedad, que hacían sentir mucho más los 30 grados de temperatura. Y mientras en las tribunas la gente se abanicaba con lo que tenía a mano, los jugadores respiraban aliviados cuando en cada descanso podían pasar unos minutos debajo de las sombrillas que sostenían los ball kids.

Cerúndolo siguió con altibajos en el segundo set porque no terminaba de soltarse. Y tras cada error se lo veía, como es costumbre, hablando mucho con su equipo y recriminándose a sí mismo. Como ocurrió en el quinto game, en el que otra vez cedió el saque por fallas propias y quedó 2-3.

La gente se levantó y empezó a pedirle «Ponga huevo, que ganamo». Y desde todos los rincones del estadio se escucharon gritos que decían «Dale Fran, que vos podés». El aliento, por momentos ensordecedor y que desafió la autoridad del umpire, logró enchufar a Cerúndolo, que mucha garra y un tenis más efectivo, se plantó mejor en la cancha.

Fonseca tenía igual la ventaja en el marcador y dos veces tuvo la chance de sacar para sellar el encuentro. La primera en el décimo game (5-4) y la segunda en el 12° (6-5). Pero como se suele decir, cerrar los partidos no es nada fácil. El argentino vio su chance y le robó el servicio en las dos ocasiones, la segunda para forzar el tie break.

En las tribunas los ánimos estaban cada vez más alterados. En un momento, el personal de seguridad tuvo que subir a uno de los codos para mediar en una discusión entre hinchas, que igual quedó en nada.

En el desempate, los gritos, los aplausos y las canciones de ambos bandos no pararan nunca. Quienes más felices estaban eran los brasileros, porque Fonseca se sacó los nervios de encima y sacó una ventaja de 6-1. Y con una cabeza tan fría como la de un jugadores de años de experiencia, sentenció la victoria y se desplomó en el polvo de ladrillo porteño, que fue escenario de su primera consagración en el circuito mayor del tenis.



Fuente Clarin

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