Una combinación de factores ajenos a su voluntad y a su capacidad de resolución ha colocado a Naoya Inoue en una posición no del todo satisfactoria para la tercera defensa de su campeonato indiscutido de la división supergallo. El japonés enfrentará este viernes al surcoreano Ye Joon Kim en el Ariake Arena de Tokio en una contienda en la que tendrá poco por ganar y bastante por perder. El combate comenzará alrededor de las 8 y será transmitido por ESPN 3.
Esta presentación de uno de los mejores boxeadores libra por libra de la actualidad debió producirse en la tradicional velada de la Nochebuena japonesa y debió tener como coprotagonista al australiano Sam Goodman. Pero el número uno en los rankings de la Federación Internacional de Boxeo (FIB) y la Organización Mundial de Boxeo (OMB) sufrió un corte bajo la ceja izquierda el 14 de diciembre durante la última sesión de sparring antes de viajar a Tokio. La herida le requirió cuatro puntos de sutura y obligó a postergar un mes el pleito.
Ese movimiento acarreaba un riesgo que terminó haciendo desbarrancar el pleito, ya que hace dos semanas el corte de Goodman se reabrió y se profundizó durante una nueva sesión de sparring, por lo que el oceánico debió renunciar a su oportunidad y someterse a una cirugía plástica y una sutura con ocho puntos internos y seis externos, por lo que le espera una temporada de descanso forzado de al menos seis meses.
Aquel peligro latente de una nueva lesión de Goodman había impulsado a Ohashi Promotions, la promotora encargada de la organización del evento, a tener bajo la manga un peleador de reemplazo: el surcoreano Kim, quien estaba programado en la misma velada para enfrentar en un combate complementario al filipino Kenny Demecillo y que, gracias a esta carambola del destino, se sacó la rifa del tigre y saltó a la cabeza del cartel para enfrentar a uno de los mejores púgiles de la actualidad.
“Para ser honesto, me sorprendí, pero agradezco al presidente (de Ohashi Promotions, Hideyuki) Ohashi por brindarme un oponente incluso en esta situación. A menos de dos semanas del combate, logramos cambiar de rumbo. Lo siento mucho por todos mis fanáticos, pero agradecería su apoyo el 24 de enero. Me aseguraré de brindarles mi mejor desempeño ese día”, expresó Inoue tras confirmarse el cambio de rival.
Esta será la 24ª ocasión en que el peleador nacido hace 31 años en Zama y radicado en Yokohama competirá en una pelea en la cual habrá al menos un título mundial en disputa. Probablemente nunca en las 23 veces previas su favoritismo fue tan amplio, al punto que la duda de los especialistas radica únicamente en cuánto demorará el local en detener a su contrincante.
Este favoritismo se apoya no solo en las conocidas cualidades del campeón, sino también en la falta de antecedentes relevantes de Kim, quien tiene un récord de 21 victorias (13 antes del límite), dos derrotas y dos empates; ocupa el 11° puesto en el escalafón de la OMB (no está rankeado por los otros organismos) y obtuvo un par de títulos regionales, pero jamás enfrentó a un rival de un nivel siquiera cercano al de Inoue. Nada de eso parece hacer mella en el diamantino optimismo del surcoreano.
“No creo que él se haya enfrentado nunca a un peleador como yo. Puedo imaginar lo que está pensando, pero quiero decirle que está completamente equivocado. Creo que entenderá lo que digo cuando subamos al ring e intercambiemos golpes por primera vez”, advirtió el aspirante, quien para este compromiso se entrenó en Australia y guanteó con el excampeón mundial Jason Moloney, quien fue rival de Inoue en 2020 (fue noqueado en el séptimo asalto).
Esta primera oportunidad mundialista, a los 32 años, es el colofón de la cinematográfica historia de Kim: se crio en un orfanato de Seúl tras ser abandonado allí cuando tenía cinco años, no volvió a ver a sus padres ni fue adoptado, sufrió bullying en la escuela, se abrazó al boxeo y se convirtió en profesional a los 19, sin haber hecho una carrera como amateur y después de abandonar sus estudios en la Universidad Baekseok. “El boxeo me dio un enfoque y me ayudó a superar los problemas más difíciles de mi vida. Hubo momentos difíciles, pero siempre mantuve la esperanza de que mi oportunidad llegaría algún día. Ahora ha llegado”, contó esta semana en una entrevista publicada en la revista The Ring.
La ilusión del retador no es solo suya, sino también de un país al que hace tiempo el boxeo rentado no le regala una alegría grande. Cuando Kim pose sus pies sobre el cuadrilátero del Ariake Arena, habrán transcurrido 3.349 días desde la última pelea de un surcoreano por un título mundial: el 24 de noviembre de 2015, Young Gil Bae fue noqueado en el noveno asalto por el tailandés Wanheng Menayothin en un pleito en que estuvo en juego la faja de la división mínimo del Consejo Mundial de Boxeo (CMB). Y la última victoria se remonta al 17 de diciembre de 2006, cuando In Jin Chi, en su última actuación profesional, obtuvo el cetro pluma del CMB al batir por puntos al mexicano Rodolfo López.
Así como es la gran esperanza del boxeo surcoreano en estos días, Kim será también el actor secundario de una pelea-trampa para el invicto Inoue: si el Monstruo se impone, lo hará ante un adversario desconocido, por lo que esa eventual victoria le aportará poco lustre a su currículum; si pierde, será el indeseado protagonista de uno de los batacazos más estruendosos en la historia del boxeo.
Si una contienda como esta, a priori carente de equivalencias, se realizará, será por dos motivos: porque la cancelación que podría haber impulsado la deserción del australiano Goodman habría generado un quebranto económico importante para los organizadores y porque quienes manejan los intereses de Inoue ya tienen previsto el siguiente paso del multicampeón. Bob Arum, presidente de Top Rank y copromotor del nipón, adelantó hace meses que su próxima presentación será en Las Vegas durante el segundo trimestre del año.
Para esa pelea, su rival sería el mexicano Alan David Picasso, retador obligatorio del CMB. Pero tras bambalinas también espera su chance el uzbeko Murodjon Akhmadaliev, número uno en el raking de la Asociación Mundial de Boxeo y excampeón de esa entidad y de la FIB, a quien le correspondería el turno de enfrentar a Inoue de acuerdo con el sistema de rotación que los organismos establecen para determinar el orden de las defensas obligatorias que deben realizar los monarcas unificados.
Para que Picasso y Akhmadaliev aspiren a ese boleto dorado para viajar a Las Vegas, primero Inoue deberá superar con éxito su compromiso del viernes, algo que casi todos dan por descontado. Sin embargo, este deporte siempre se reserva un espacio para las sorpresas y los tokiotas más memoriosos pueden dar cuenta de ello: en esa ciudad, hace casi 35 años (se cumplirán el 11 de febrero), James Buster Douglas noqueó a Mike Tyson y le arrebató los títulos de peso pesado de la AMB, el CMB y la FIB. A un batacazo de similar envergadura aspira el optimista Kim.