Belgrano Social en la rama masculina, con los hermanos Francisco y Juan Manuel Cerúndolo a la cabeza; y Deportes Racionales en la femenina, con Nadia Podoroska como líder. Dos clubes tradicionales de tenis ganaron el fin de semana el Interclubes de Primera que se definió en las canchas de superficie dura (demasiado rápida, al decir de los propios protagonistas) del Mayling.
Claro que más allá de los resultados, lo más destacado fue la participación cualitativa y cuantitativamente importante de jugadores argentinos y extranjeros que le dieron un mayor lustre a la principal división de los torneos amateurs organizados por la Asociación Argentina de Tenis. Además de los Cerúndolo y Podoroska, la fase final del Interclubes la protagonizaron jugadores como Sebastián Báez, Tomás Etcheverry, Mariano Navone, Facundo Díaz Acosta, el estadounidense Tristan Boyer, el paraguago Daniel Vallejo, el ecuatoriano Alvaro Guillén, el libanés Hady Habib, María Loudes Carlé, Julia Riera, Solana Sierra y Jazmín Ortenzi, por ejemplo. Y allí aparecen algunas diferencias…
Los Cerúndolo defendieron los colores de un club en el que empezaron a jugar al tenis porque su mamá (María Luz Rodríguez) empuñó una raqueta allí por primera vez y porque años más tarde su papá (Alejandro Cerúndolo) tuvo una de las sedes de su academia justamente en Belgrano Social. Ambos jugaron gratis. Del otro lado, en cambio, hubo quienes cobraron entre 500 y 1.000 dólares por partido en la fase final y, además, a ellos les ofrecieron un año de cuota social gratis y les brindaron abiertamente sus instalaciones para entrenarse.
Este es un momento en el calendario en el que muchos jugadores extranjeros con entrenadores argentinos hacen su pretemporada en Buenos Aires. Hay por lo menos una treintena de tenistas top 200 (con los argentinos, por supuesto) dando vueltas por canchas y gimnasios de la Ciudad. Y eso también favoreció la presencia de una alta calidad de nombres para un torneo que no tiene aún el poderío de la Bundesliga alemana por ejemplo, pero que busca ponerse a su altura año tras año.