Pasó la noche en la ruta y con la llegada del amanecer volvió a encenderse la ilusión de los hinchas de Racing que viajan en ómnibus hasta Asunción para llegar a tiempo al Estadio La Nueva Olla donde este sábado el equipo de Gustavo Costas enfrentará a Cruzeiro en busca de la Copa Sudamericana, el primer título internacional para La Academia después de 36 años de sequía tras la Supercopa de 1988. La caravana de la fe sigue su camino y ya está en suelo paraguayo.

El viaje avanzó entre mates y conversaciones pausadas mientras caía la noche. Sin embargo, a las 5:45 de la madrugada, el micro hizo su primera parada técnica. La mayoría de los pasajeros dormía cuando, casi al mismo tiempo, el amanecer comenzó a asomarse. Pero la tranquilidad duró poco: a las 6:30, una alarma de celular comenzó a sonar sin pausa, despertando a casi todo el micro. Paradójicamente, el dueño del teléfono fue uno de los últimos en despertarse y el encargado de apagarla. El alivio se tradujo en aplausos y en nuevos cánticos de Racing, que volvieron a ponerle color al viaje.

Cerca de las 11, el micro llegó a la frontera. A medida que se acercaban, muchos hinchas comenzaron a llamar a sus amigos y familiares con frases como “ya estamos cerca” o “un poquito más y llegamos”. El entusiasmo crecía a medida que las horas y los kilómetros se reducían. Uno por uno, los pasajeros entregaron su documentación para el control migratorio. No hubo demasiados inconvenientes, y apenas se superó el trámite, la rutina se impuso: una vez más, las voces se unieron en los clásicos cánticos de La Academia.

Miles de hinchas cruzaron la frontera este sábado por la mañana. EFE/ Juan Pablo PinoMiles de hinchas cruzaron la frontera este sábado por la mañana. EFE/ Juan Pablo Pino

Lejos quedó el recuerdo de la partida desde Buenos Aires, este viernes a las cuatro de la tarde, cuando un micro de larga distancia de la empresa Godoy salió desde la terminal de Retiro rumbo a Asunción, Paraguay. Ya se consumieron más de la mitad de los 1.300 kilómetros y las 20 horas de viaje que había por delante. Los sesenta fanáticos de la Academia iniciaban la travesía con un solo objetivo en mente: llegar a La Nueva Olla para acompañar (desde adentro o desde afuera, eso no importa) al equipo de Gustavo Costas. Cada vez falta menos para que el árbitro uruguayo Esteban Ostojich dé el pitazo inicial de la final de la Copa Sudamericana entre Racing y Cruzeiro.

Para Racing, esta copa es una asignatura pendiente. Su última consagración internacional se remonta a 1988, cuando el equipo ganó la Supercopa. Curiosamente, en aquella final, el rival fue Cruzeiro, el mismo equipo que esta vez vuelve a cruzarse en el camino -tal como sucedió en 1992, en otra Supercopa, sin final feliz-. En ese entonces, Gustavo Costas era uno de los referentes del equipo; hoy dirige desde el banco, como si el destino quisiera darle una nueva oportunidad de hacer historia.

En el micro, cada hincha lleva consigo una historia, un pedazo de ese sueño compartido. Mario Maldonado, que viaja desde Florencio Varela con su hijo, su ahijado y su sobrino, lo explica con una mezcla de orgullo y resignación: “Nos van a echar del laburo a todos porque nos fuimos sin permiso. Pero así somos. No tenemos entrada ni dónde dormir, pero vamos igual. Somos Racing”.

Joaquín, que se embarcó junto a Matías desde Ciudadela, lo dice con determinación: “Esperamos traer la copita a casa. Sacamos el pasaje solo de ida, no tenemos vuelta. Dejamos laburo y familia, Racing es prioridad”.

Juan Manuel, vecino de la Villa 31 de Retiro, no se queda atrás: “Dejé mi casa, mi perro, todo. Me escapé del laburo, no tengo entrada y me estoy yendo a Asunción nomás. A la vuelta veo cómo saco el pasaje. Tampoco tengo alojamiento, duermo en la calle, no tengo problema. Si gana Racing, me tatúo toda la espalda con el Cilindro de Avellaneda y a Gustavo Costas”.

Leonardo, que viaja con su hijo desde Villa Urquiza, dice emocionado: “Yo soy de la época de Costas. Vivir esto con mi hijo es algo hermoso. Espero un abrazo de gol, ese momento que lo hace todo perfecto. Quiero que Asunción sea una fiesta”.

Carlos tomó el micro con sus dos hijas, decidido a grabar este momento en su memoria familiar: “Esto es para que ellas nunca se olviden. Si ganamos y traemos la copa, mejor; si no, todo bien. Viajar con ellas es lo más grande. Este Racing me llena de esperanza”.

El entusiasmo no tardó en verse interrumpido. Cerca de las 17:45, con menos de dos horas de iniciado el viaje, Gendarmería Nacional paró el micro en Panamericana, a la altura de Henry Ford, para realizar controles. Revisaron las mochilas e incautaron el alcohol que los hinchas llevaban, en su mayoría botellas de fernet. Mientras la policía revisaba, un grupo de hinchas sacó su bandera y se tomó una foto, transformando el momento en una pequeña celebración improvisada.

Se esperan más de 30.000 hinchas de Racing en Asunción. EFE/ Juan Pablo PinoSe esperan más de 30.000 hinchas de Racing en Asunción. EFE/ Juan Pablo Pino

Una vez retomado el viaje, cerca de las 19, los pasajeros comenzaron a sacar sus provisiones. El aroma a milanesas y sándwiches de jamón y queso empezó a inundar el micro, mientras el ruido de gaseosas destapándose acompañaba el ambiente. Era el inicio de una cena que no necesitaba manteles ni cubiertos elegantes. Solo la compañía de quienes compartían el mismo sueño.

Ya en Rosario, con más de 300 kilómetros recorridos, el micro seguía avanzando hacia Asunción, aunque no sin interrupciones: a las 20.30, Gendarmería volvió a detener el vehículo. Esta vez, el control fue rápido; los agentes subieron, sacaron algunas fotos y, sin mayores inconvenientes, dejaron que el micro continuara su camino.

Poco después, cuando el hambre ya empezaba a sentirse, un empleado del micro repartió pequeñas cajas con la comida: dos empanadas, dos pizzetas, un jugo chico y un alfajor para cada pasajero. Apenas las cajas llegaron a las manos de los hinchas, estallaron los aplausos y los cánticos de la Academia.

Pasadas las 22, el ambiente comenzaba a calmarse. Las luces del micro se apagaron por completo, casi obligando a los hinchas a entregarse al descanso. La ruta no ayudaba: el camino irregular provocaba temblores en el micro, sacudiendo ligeramente a los pasajeros. Afuera, el trayecto parecía interminable, pero en el interior del vehículo el cansancio empezaba a pesar. Probablemente, muchos de ellos, al quedarse dormidos, hayan soñado con lo que sucederá este sábado en Asunción. Amanece en la ruta y el micro avanza por tierras paraguayas: el objetivo es llegar antes de las 17 a La Nueva Olla.



Fuente Clarin

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