Se acabó el 2024 para Lionel Messi. El mejor jugador del mundo se despidió de la competencia oficial en la cancha de Boca con la camiseta de la Argentina, siendo uno de los mejores del triunfo por 1 a 0 ante Perú. Leo disfrutó, recibió la alabanza de los hinchas en cada rincón de la Bombonera, asistió a Lautaro Martínez para un golazo, igualó otro récord y hasta reeditó el “Andá pa’ allá, bobo” de Qatar cuando se enojó con el ex Boca Carlos Zambrano y le dijo “¿Qué te pasa, Bobo?”.
Solo le faltó el gol, aunque igual se fue satisfecho y con la cabeza puesta en descansar y prepararse para una pretemporada clave que le servirá de base para el 2025, el año previo a otra cita mundialista.
Como si estuviera decidido a pasarla bien en su última noche porteña del 2025, Messi salió enchufado al césped de la Bombonera. Jugó con y sin pelota en un primer tiempo en el que era necesario pensar antes de ejecutar. Perú se abroqueló con cinco defensores y, primero con tres y luego con cuatro volantes para dejar solo arriba a Paolo Guerrero, casi resignando el ataque para dedicarse de lleno a evitar el gol argentino.
Messi entendió que no iba a resultar sencilla la tarea, a pesar de la superioridad territorial albiceleste. Leo manejó los tiempos. Habló. Indicó. Y también, cuando entró en contacto con la pelota, buscó sorprender con ese pase o esa maniobra que nadie espera, utilizando la herramienta de lo imprevisible para intentar romper con la estrategia de Jorge Fossati. A los 4 minutos filtró la pelota entre Luis Advíncula y Alexander Callens para la corrida de Gonzalo Montiel, que fue un extremo más por la derecha. Cachete tiró el centro atrás que recorrió toda el área y recién del otro lado la cazó Nicolás Tagliafico con un remate muy desviado.
Messi comandó casi todos los ataques locales. Cuando la tenía él, trataba de asistir o de quebrar cintura -la de él y la de los rivales- para cambiar de dirección y escapar de la marca, algo que despertaba el clamor desde las tribunas. Perú prefirió no cortarlo tanto con infracciones, como sí hizo la Paraguay de Gustavo Alfaro en Asunción; más bien optó por cubrirle a los posibles receptores de pases. Por eso debía ir estudiando la jugada para escanear los pocos espacios que podían liberarse con la movilidad de sus compañeros.
La Selección era previsible salvo cuando la agarraba el capitán. De sus pies siempre se espera algo inédito. ¿Pero qué más puede inventar a esta altura de su carrera? Siempre hay algo más en su galera de mago. Lo que no le salió en el primer tiempo a pesar de todos los intentos, lo consiguió en el complemento.
A los 10 minutos, el ‘10’ se iluminó. Recibió de Julián Álvarez entrando al área del centro hacia la izquierda, pasó entre dos peruanos como si fuera el hombre invisible y de memoria, porque no miró, mandó el centro para la patada letal del Toro. Lautaro agarró la asistencia de Lionel en el aire y de zurda: la clavó en el ángulo.
El golazo tuvo tanto del bahiense como del rosarino, que con esa jugada en una baldoza desató un nudo complejo. Con ese pase, igualó al estadounidense Landon Donovan como el máximo asistidor de selecciones de la historia, con 58. Otro nivel desbloqueado, como para no perder la costumbre.