Javier Aguirre, entrenador de la selección de México, fue víctima de un incidente de violencia al término del encuentro contra Honduras. El técnico recibió un impacto en la cabeza por una lata de cerveza arrojada desde la tribuna, lo que le provocó un corte y sangrado. A pesar de la situación, Aguirre se mostró sereno y continuó hacia el vestuario.
El partido en el Estadio General Francisco Morazán estuvo marcado por un ambiente tenso. Durante el juego, los aficionados locales no solo lanzaron objetos, sino que profirieron insultos que encendieron los ánimos. Aguirre, fiel a su estilo directo, respondió en algunos momentos con gestos y palabras, lo que intensificó la reacción de la tribuna.
Pese a estos enfrentamientos verbales, el incidente más grave ocurrió al finalizar el partido (por la Liga de Naciones de Concacaf, victoria local por 2-0), cuando el técnico mexicano fue agredido físicamente. Aguirre abordó la situación con profesionalismo en la conferencia de prensa posterior, comenzando con un mensaje de apoyo a las víctimas de la tormenta Sara y minimizando la agresión: “Es fútbol, ellos merecieron ganar. Lo otro no tiene caso ni mencionarlo porque no soy de quejarme”.
A pesar de su intento por restarle importancia, la agresión provocó una fuerte respuesta de la afición mexicana y del ámbito periodístico. David Faitelson y otros comentaristas criticaron la falta de control de seguridad en el estadio, mientras que la FMF emitió un comunicado condenando la violencia y solicitando a la Concacaf medidas para garantizar la seguridad en los partidos. También se instó a todos los involucrados en el fútbol a trabajar por la erradicación de la violencia en los estadios.