Esta semana, Deportivo Riestra volvió al centro de la escena del fútbol argentino cuando puso a un streamer en el once titular que enfrentó al líder del campeonato de Primera División, Vélez Sarsfield. Aunque los escándalos no son nuevos en la SAD encubierta de 800 socios que nació hace casi 100 años en Nueva Pompeya pero que revivió hace solo diez bajo la figura del polémico abogado Vïctor Stinfale.

El club representa el paradigma de los clubes privatizados en la Argentina. Son como las brujas: no existen… pero que las hay, las hay. Riestra es uno de los tantos que tiene una empresa detrás del fútbol y una estructura típica de las sociedades anónimas: una inyección de dinero en el fútbol profesional que no guarda relación con el resto de las actividades deportivas que conviven. Si no fuese porque no existen las SAD en el fútbol argentino, el de Riestra podría señalarse como un caso de éxito deportivo.

El contraste entre la derruida sede social en Villa Soldati y el predio de La Candela en San Justo, al que solamente tiene acceso el equipo profesional, es notorio. Allí, por ejemplo, firman los contratos los jugadores. El caudal de dinero, que no tiene que ver con los recursos genuinos de la institución, solo llega al fútbol profesional, cuya camiseta con las tres tiras no llega de un acuerdo con la marca que viste a la Selección, sino que la propia institución las compra como si estuviera jugando en el country. Hablar del club y del equipo de fútbol es hablar de dos cosas distintas. También, entonces, podría señalarse que el éxito deportivo de la mano de una SAD no se traduce en un crecimiento institucional.

Chiqui Tapia, Iván Buhajeruk, mas conocido como Spreen, y Victor StinfaleChiqui Tapia, Iván Buhajeruk, mas conocido como Spreen, y Victor Stinfale

Históricamente, el club le debe su nombre a un financista, Norberto de la Riestra, un unitario que fue ministro de Hacienda durante las presidencias de Santiago Derqui y Nicolás Avellaneda y ocupó bancas en el Congreso antes de su muerte en 1879. Tiene una calle a su nombre y de allí el bautismo para la asociación civil sin fines de lucro fundada el 22 de febrero de 1931 por “los muchachos de Riestra”. A partir de 1946 se incorporó a la Asociación del Fútbol Argentino y vivió su momento más crítico en 1990 cuando fue el peor de la Primera D -entonces la última categoría-, donde el fantasma es la desafiliación y no el descenso. Riestra tuvo que empezar de cero otra vez. La primera fue cuando en 1981 la dictadura militar expropió el terreno de Lacarra y Riestra para la construcción de una autopista -la que hoy lleva el nombre del ex presidente Héctor Cámpora- cuya traza estaba por encima de la que fue su cancha desde 1950.

Pero hay un punto de inflexión que cambió el lugar que el club ocupó históricamente en el fútbol argentino. La llegada en 2013 de Stinfale, un abogado de altísimo perfil que representó a figuras tan disímiles como Diego Maradona, el exjefe de la barra de Boca José El Abuelo Barritta y el traficante de armas sirio Monzer Al Kassar. Stinfale además fue señalado como organizador de la fiesta electrónica Time Warp, en la que murieron cinco jóvenes en abril de 2016 en Costa Salguero (por ello, pasó 70 días detenido y luego fue sobreseído); y que fue juzgado y absuelto en la causa por el encubrimiento del atentado a la AMIA, acusado de peculado por el pago de 400.000 dólares a su cliente, Carlos Telleldín, para que imputara falsamente a un grupo de policías de la provincia de Buenos Aires.

Stinfale, a través de la empresa Energy Group (comercializadora de la bebida energizante Speed Unlimited), tomó el control operativo del fútbol de Riestra a mediados de 2013 a través de un gerenciamiento sui generis (en el club siempre se habló de él como “un colaborador” o alguien que “da una mano”) e inyectó recursos que permitieron que el plantel contara con facilidades poco habituales en la Primera D y que en solo 10 años lo hizo llegar a la Liga Profesional de Fútbol en este 2024.

A pesar de que Fernando Salorio ostenta el cargo de presidente, su gestión se limita a asuntos ajenos al fútbol. Aunque ha habido cambios en la directiva, las decisiones del área profesional siguen estando en manos de Stinfale, quien financia contratos de figuras como el Ogro Fabbiani, algo complicado con solo 950 socios al día de pagos de 2.000 inscritos. Este empresario sostiene lo que parece ser una Sociedad Anónima Deportiva encubierta, sin que esto provoque escándalo en Tapia, su mano derecha Pablo Toviggino, ni entre quienes resisten la propuesta del Gobierno de Javier Milei.

Su dinero aplicado a un equipo «pobre» fue, sin dudas, la llave de una serie de ascensos vertiginosos. Algunos todavía discutidos.

El último ascenso de Riestra: a Primera División. FOTO: LA VOZ DEL INTERIOREl último ascenso de Riestra: a Primera División. FOTO: LA VOZ DEL INTERIOR

El primero llegó el 21 de abril de 2014, cuando Riestra derrotó 3 a 2 a Sportivo Barracas en un partido correspondiente a la 31ª fecha del torneo de la Primera D y así se aseguró el ascenso a la Primera C a tres fechas del final gracias a una campaña demoledora, sobre todo en la segunda ronda, a partir de que Guillermo Szeszurak se hizo cargo de la dirección técnica: el equipo totalizó 75 puntos en 34 fechas y superó por 10 a San Martín de Burzaco.

La estadía de Riestra en la Primera C, en la que había pasado unos cuantos de sus años de existencia, fue brevísima esta vez. La decisión de la AFA de aumentar de 20 a 30 la cantidad de participantes en el torneo de Primera en 2014 otorgó a los clubes de las divisiones de ascenso chances extra de subir de categoría. Y el Blanquinegro sacó rédito de ello: en solo cuatro meses, se quedó con uno de los tres boletos a la Primera B. «El secreto de este logro es el trabajo, la estructura y principalmente los jugadores. Y tenerlo a Vìctor (Stinfale) es tener el as de espada”, reconoció tras la consagración el técnico Szeszurak, quien de ese modo firmó su tercer ascenso consecutivo (antes había logrado uno con Argentino de Quilmes).

Después de un año y medio de afianzamiento en la Primera B, una categoría en la que jamás había militado, Riestra consiguió otro ascenso a mediados de 2017 en una definición cargada de polémica y que por primera vez lo puso en la mira del gran público, aunque no por los motivos más agradables. Desde entonces, una sombra de dudas de la que nunca pudo despojarse se instaló sobre una institución muy pequeña que creció muy rápido.

En el torneo de la temporada 2016/17 de la Primera B, el conjunto dirigido por Jorge Benítez terminó como escolta del campeón, Deportivo Morón, tras 36 jornadas. En el reducido por el segundo pasaje a la Primera B Nacional dejó en el camino a Platense y a Deportivo Español y así accedió a la final, que debió disputar con Comunicaciones. En la ida, en Agronomía, cayó 1 a 0 con un gol de Martín Rose. En la vuelta, estalló el conflicto.

El 30 de julio de 2017, Riestra se imponía 2 a 0 con goles de Nahuel Benítez (de penal) y Mauro Ortiz. Cuando restaban los cinco minutos que el árbitro Paulo Vigliano había añadido en el segundo tiempo y Comunicaciones presionaba en busca del empate que trasladara la definición a los penales, el campo de juego del Guillermo Laza fue invadido por allegados y simpatizantes. Entre los invasores estaba Leandro Freyre, futbolista del local que había quedado fuera de la convocatoria para ese partido. Después de unos minutos de escaramuzas e incertidumbre, Vigliano suspendió el duelo.

Vigliano trata de retirar a quien comenzó la invasión de campo. (@ElDeportivoBA)   Vigliano trata de retirar a quien comenzó la invasión de campo. (@ElDeportivoBA)

Pese a que la lógica y el reglamento indicaban que al Malevo se le tenía que dar por perdido ese encuentro, el Tribunal de Disciplina de la AFA decidió que los cinco minutos que faltaban se disputaran cinco días después, en la cancha de Defensores de Belgrano y a puertas cerradas. El resultado no se modificó y Riestra terminó ascendiendo, aunque debió arrastrar la temporada siguiente un descuento de 20 puntos, que luego fue reducido a 10.

Esa losa fue demasiado pesada y provocó que el Blanquinegro, en su primera experiencia en la Primera B Nacional, fuera uno de los seis equipos que terminarían descendiendo al final de la temporada 2017/18. No fueron suficientes los intentos de la dirigencia del club, que llevó hasta el Tribunal Arbitral del Deporte su reclamo para que se dejara sin efecto el descuento de puntos (de haber sucedido, habría conservado su lugar en la segunda división).

De todos modos, el regreso a la Primera B sería tan breve como cargado de polémica. En diciembre de 2018, cuando ya había finalizado la primera ronda del certamen, la Asamblea Extraordinaria de la AFA dispuso modificar el reglamento y aumentar de dos a cinco la cantidad de ascensos a la Primera B Nacional. Entre los beneficiados estuvo el conjunto dirigido por Guillermo Duró, que terminó cuarto en un torneo que quedó en manos de Barracas Central. Así consiguió el boleto de regreso a la segunda división un año después de haber descendido.

En la primera temporada de su segunda experiencia en la segunda división, Riestra llegó hasta los cuartos de final de la etapa eliminatoria en la que se dirimió el segundo ascenso (cayó por penales ante Platense). En 2021 estuvo lejos de la pelea y en 2022 fue eliminado en la primera ronda del reducido por Estudiantes de Río Cuarto. Hasta que el año pasado le ganó la final a Deportivo Maipú por 1-0 con gol de Gustavo Fernández en la cancha de Instituto y se llevó el segundo ascenso a la Liga Profesional, para sumarse, junto con Independiente Rivadavia de Mendoza, a la elite del fútbol argentino, esa impensada cuando los Malevos decidieron fundar un club en la década del ’30 del siglo pasado.



Fuente Clarin

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