El fútbol argentino tiene un mito que cabalga en todas las fechas y desensilla, siempre, en algún partido. No importa la categoría ni el campeonato, invariablemente hay un equipo sospechado de contar con el beneplácito del poder para avanzar hacia un objetivo, que puede ser un ascenso o mantener la categoría. ¿Qué poder? En su momento el de Julio Grondona y sus múltiples manos derechas y hoy el de Claudio Tapia y Pablo Toviggino, presidente y tesorero de la AFA.

A Chiqui se le adjudica principalmente el porvenir de Barracas Central, el club que presidió y que lo catapultó a las grandes ligas, casi de manera calcada a la que se explicaba el sprint de Arsenal para llegar la Primera División. A Toviggino se lo señala como el garante de la suerte de cada club santiagueño en cualquier etapa de definición.

La teoría conspirativa del nuevo milenio se conjuga con ese tándem Tapia-Toviggino que amplía la noción de favoritismo para determinados equipos con perjuicios a los “enemigos” de su gestión. El escándalo del último Boca-Talleres por la Copa Argentina tiene que ver con eso. Y los árbitros aparecen como actores fundamentales.

Pueden ser cuatro cuando el partido se juega lejos, sin TV y en alguna categoría menor o, además del principal, sus dos asistentes y el cuarto designado, se suman los de VAR y AVAR para los partidos de Liga Profesional con la tecnología como usina de polémicas.

Las designaciones son, como siempre lo fueron, objeto de negociación durante la semana previa al partido. anécdotas risueñas en las que Grondona –presidente de AFA, pero también del Colegio de Árbitros– contaba cómo los dirigentes le pedían por unos u otros. Se puede encontrar en YouTube cómo los entonces directivos de Boca y San Lorenzo, Daniel Angelici y Marcelo Tinelli, respectivamente, telefoneaban a Luis Segura, el primero en presidir tras la muerte de Don Julio, para exigir determinados perfiles.

Por eso, también existen árbitros que parecen salir del molde conspirativo: Andrés Merlos, al menos este torneo, es quien para muchos responde a esos intereses del poder. Sus actuaciones muchas veces parecen confirmar la idea. El militar no es el único, sino el que más notoriedad cobró porque fue acusado por el presidente de Talleres, Andrés Fassi, de perjudicar a su club en reiteradas oportunidades.

Andrés Merlos revisa una jugada en el monitor del VAR. Foto: Captura TV.Andrés Merlos revisa una jugada en el monitor del VAR. Foto: Captura TV.

Boca había logrado el empate ante la T con una jugada viciada porque la pelota que terminó en gol había salido de la cancha sin que el árbitro lo notara ni el asistente levantara su bandera. Sin VAR, la repetición de la jugada en la pantalla de la TV solamente exasperaba a quien la viera. Y, principalmente, a Fassi.

Tras la eliminación del equipo cordobés en los penales el también dueño de clubes en México y España tuvo un polémico cruce con Merlos que desembocó en la suspensión por dos años del cordobés como representante ante la AFA. Luego denunció la Asamblea General Ordinaria que, entre otras cuestiones, reeligió a Chiqui Tapia y que por estas horas está en manos de la Justicia-. Es Fassi, además, uno de los dirigentes que promueve con fuerza la idea de abrirles las puertas a las SAD. Otra casualidad que alimenta el mito en desarrollo.

En simultáneo, Franco Moyano –jugador de la T– recibió cuatro fechas tras ser expulsado en un partido posterior ante Racing. Si bien el pisotón sobre Bruno Zuculini existió no fue advertido por el árbitro Fernando Rapallini ni sus asistentes, pero sí por el VAR: Jorge Baliño convocó a la visualización rápidamente. El jugador se perdió el partido siguiente con River y el clásico con Belgrano, entre otros encuentros.

Franco Moyano y la razón de su sanción.Franco Moyano y la razón de su sanción.

Si Talleres es el ejemplo que grafica el lote de los “equipos perjudicados” por ser contrarios a la corriente que encabezan Tapia-Toviggino, hay un subgrupo hermanado por la afinidad: los “equipos beneficiados”. Y ahí aparece Deportivo Riestra, un club sui generis que entendió mejor que nadie el juego y tiene su minúscula e inadecuada cancha para la elite del fútbol local disponible no solo para su equipo, sino para también para… Barracas Central.

La fecha que pasó, Riestra visitó a Platense. A los 30 minutos el local hilvanó una jugada por la izquierda que terminó en gol y el árbitro Fernando Espinoza no lo convalidó porque consideró una falta. Lo curioso es que entre la supuesta infracción -que es discutible- y su pitazo pasaron siete segundos.

Tras el golpe que acusó Nicolás Caro Torres por parte de Ronaldo Martínez, la pelota viajó al pecho de Juan Ignacio Saborido, que la bajó y remató. En su recorrido la pelota picó dos veces en el área, se desvió en el jugador que reclamaba la falta y entró despacito junto al palo izquierdo. Recién después Espinoza pitó y se llevó la mano al auricular. El partido terminó 0-0.

Fernando Espinoza. Foto: Marcelo CarrollFernando Espinoza. Foto: Marcelo Carroll

En cancha de Riestra, pero con Barracas Central como local, Rodrigo Insua le metió una trompada a Adrián Martínez. Un cortito a la mandíbula que captó y repitió la televisión. Algo debe haber visto Pablo Dóvalo, el árbitro, porque reprendió al hijo del técnico y se llevó los índices de ambas manos a la sien y le pidió que “pensara” en lugar de reaccionar al empujón de Maravilla. Más llamativo que la falta de tarjeta fue que el árbitro VAR Lucas Novelli no lo convocó para que viera la agresión que ameritaba expulsión. Ganó la Academia, pero la inacción lo perjudicó.

No todo es ante la vista de múltiples cámaras y con trazado de líneas. No lo es en la Copa Argentina ni en el Ascenso de los torneos organizados por AFA. El Torneo Federal es una usina que alimenta el mito en todas las latitudes. Ahí no hay VAR y en el partido de vuelta que jugaron Sarmiento de La Banda de Santiago del Estero y Olimpo por los cuartos de final en la carrera por una de las plazas en la Primera Nacional, tampoco la posibilidad de registrar imágenes por parte de la prensa partidaria del equipo de Bahía Blanca.

Al término del partido el árbitro Joaquín Gil fue increpado por los jugadores de Bahía Blanca –eliminados de la competencia por ventaja deportiva de Sarmiento–, con el argumento de que había favorecido al rival durante todo el partido. Desde la tribunas cayeron piedras que lastimaron a algunos futbolistas: nada consta en el informe.

“Fue una locura, nunca en mi vida viví algo así y espero que nunca más me toque. Fue muy alevoso: las chiquitas, las grandes, una falta afuera del área que fue penal… nos hacían la falta a nosotros y se la cobraban a ellos, no nos dejaron pasar la mitad de la cancha”, analizó después de ese partido el capitán Facundo Affranchino, ex River.

Facundo Affranchino recibe atención médica tras el piedrazo que recibió en La Banda. Foto: Interior FutboleroFacundo Affranchino recibe atención médica tras el piedrazo que recibió en La Banda. Foto: Interior Futbolero

Esta vez el protagonista no fue el entrenador de Sarmiento, Pablo Martel, con un perfil alto en la red X donde maneja el código propio de la plataforma y puede mantener “mano a mano” virtuales con hinchas de otros clubes. En el meteórico ascenso de la liga santiagueña al Federal, el equipo de La Banda tiene varios antecedentes de los que avalan las sospechas, como que el DT tiene muy cercana relación con Toviggino y que en un partido contra Central Norte intentó simular una herida sangrante de un jugador para pedir los puntos de un partido.

“Me voy angustiado. Este es el fútbol argentino y nosotros somos las víctimas otra vez. Es mucha la bronca que tenemos. El árbitro que al principio no aceptada los reclamos, que estaba convencido de su decisión, terminó pidiéndonos perdón”, distinguió Affranchino, que se llevó un corte en la cabeza tras ser alcanzado por un proyectil.

El próximo escenario para realimentar el mito de los beneficios para los clubes afines al poder o el perjuicio para sus detractores puede reaparecer en la semi del Federal. Sarmiento deberá ganarle a Germinal de Rawson para acceder a la final. Los amantes de las conspiraciones señalan que Martel se encamina al cuarto ascenso de su carrera como entrenador.

¿Dónde estarán en la próxima fecha los árbitros que parecen que, al menos, suman más polémicas que otros? Dóvalo bajará a la Primera Nacional para un partido clave por el tercer descenso: se irá Talleres de Remedios de Escalada o Atlético de Rafaela. Merlos será el principal de Rosario Central-San Lorenzo, que tendrá a Espinoza en el VAR.

En la Liga Profesional, el morbo apunta a los 10 puntos que hoy separan a Riestra de una inédita clasificación a la Copa Sudamericana. Restan 18 puntos. Si en River piensan que son suficientes para alcanzar a Vélez, que está por encima con nueve de ventaja, ¿por qué el Malevo no podría ilusionarse? Luis Lobo Medina será el árbitro en la cancha del Bajo Flores donde jugará el puntero Vélez.

Pablo Dóvalo. Foto: Captura video.Pablo Dóvalo. Foto: Captura video.

Los hinchas locales guardan un buen recuerdo de ese referi, entre otras cosas, por su actuación en cuartos de final por el Reducido que los condujo a Primera: ese partido casi termina a las piñas, porque los jugadores de Quilmes sintieron que Lobo Medina los había perjudicado.

Los de Barracas también: tanto en la Segunda División como en Primera, el tucumano fue varias veces señalado por ser indulgente con los jugadores del Guapo y prestar más atención a faltas de sus rivales.

«Es una locura lo que pasa, porque no pasa nada. Va más allá de que te expulsen a uno o te cobren mal un penal, cosas que pasan. Después están las faltitas que te cobran permanentemente y las tarjetas que no le sacan al rival», supo resumir Lautaro Acosta, uno de los jugadores de la Liga Profesional que fue sancionado por esas críticas y también quedó en la mira de Toviggino, que le apuntó en las redes y logró el silencio del Laucha.



Fuente Clarin

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