La Fórmula 1 es compleja, tecnológica y de vanguardia. El fanático la sigue, principalmente, por pasión por los autos y también con algo de entendimiento sobre automovilismo y mecánica. Pero hay una persona que logró descomplejizarla en la televisión y hablar fácil de tecnicismos para el que sabe y también al que no, sobre todo en tiempos de una Colapintomanía que acercó nuevos espectadores: Albert Fábrega, el mecánico de la F1 que se transformó en el profesor de la TV.

«Yo soy mecánico de toda la vida. Soy mecánico de Fórmula 1», anuncia este catalán de 52 años que formó parte del gran circo antes de incorporarse a las transmisiones de la TV española y de ESPN para Argentina, cuando era mecánico de la escudería Super Aguri y jefe de mecánicos en el equipo español HRT en los 2000.

«Como siempre me gusta, pues, estar con las manos encima de la masa, montar y desmontar. Pues lo explico a mi manera, la que yo he aprendido, la que he trabajado con los coches en varias especialidades y también en Fórmula 1. Al final, ahí intento, sobre todo, que lo entienda todo el mundo, más allá de que haya un 5% de ingenieros que sean muy especialistas en la Fórmula 1, intento que lo pueda entender todo el mundo y lo hago lo más plano que sé. Y a veces funciona y a veces no tanto», cuenta en la charla con Clarín cuando ya se han terminado sus labores en Interlagos durante un fin de semana con mucho por explicar, con los accidentes de Franco Colapinto en su primera vez corriendo con lluvia.

Sus Fabregalecciones son un clásico en las transmisiones y también en su canal de YouTube, donde tiene 239 mil suscriptores, que se suman a los 374 mil seguidores y 436 mil en las redes sociales Instagram y X, respectivamente. Allí, con elementos cotidianos explica lo más complejo, como cuando dio una clase de efecto suelo con una cuchara y un control remoto. En el último tiempo, sus recursos evolucionaron y se propuso dar un paso más: construir un prototipo rápido y tener en un futuro cercano su propio coche de F1.

¿Cómo comenzó? Simple: por necesidad. «Ya que no nos dejan coches de Fórmula 1 el fin de semana para poder tocar desde el experimento, he dicho ‘voy a construir el mío’. Y voy a hacerlo por partes. Y me fui animando: ‘Ostras, ¿y si hacemos un rapid prototyping, si hacemos una pieza igual que la de Fórmula 1 a escala? Vamos a por ello’. Y al final construiremos todo un Fórmula 1, no lo voy a conseguir, pero casi casi. Hay mucho trabajo detrás pero creo que es una manera muy visual de hacer entender las cosas y sobre todo de poder tocarlas. Yo creo mucho en el poder tocar las cosas para explicarlas y así hacer que la gente las entienda«, cuenta con una sonrisa amplia.

La consulta que se dispara, entonces, es el porqué. Y, además de una gran vocación para enseñar, Fabrega no tiene dudas de qué lo motiva: «Dos cosas: yo me la paso muy bien haciéndolas, ese ya es un punto y es satisfacción para mí. Y dos, detecto que a la gente le gusta, y cuando ves que lo que haces, te gusta hacerlo y a la gente le gusta verlo y oírlo, que son importantes las dos cosas, es la inyección de gasolina, de adrenalina y de ilusión para mí, que me hace hacer más cosas para que la gente lo pueda disfrutar».



Fuente Clarin

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