Una semana en Brasil. A puro fútbol. En una tierra donde el ruido de la pelota se siente en todos lados y cada partido se vive con mucha pasión. Pero, a veces, se desborda y se transforma en violencia. Sobre todo cuando se trata de encuentros internacionales con otros equipos del continente. River, Lanús y Racing pasaron los encuentros de ida de las semifinales, y sus hinchas pudieron acompañarlos, en general sin conflictos graves pese al temor que siempre rodea -por los antecedentes- una salida al vecino país.

Cuatro días en Belo Horizonte y dos días en San Pablo alcanzaron para sentir la efervescencia futbolera de Brasil, que se siente en cada rincón de este enorme país. En la previa, el durante y el post. Con las camisetas de los equipos que le dan colorido a cada ciudad. Y la fogosidad por hablar de fútbol y por tener presentes a los gajos de la número cinco. En las calles, todavía hay pibes jugando a la pelota. Y en los bares se ponen televisores grandes en los que generalmente el encendido está en algún partido o programa deportivo especializado en fútbol.

Los hinchas que vinieron de Argentina le aportaron su toque de rivalidad y su también enorme pasión para configurar un escenario fantástico, con tres partidos consecutivos entre equipos argentinos y brasileños, uno por la Copa Libertadores y dos por la Sudamericana, por la ida de las semifinales de ambas competencias. Y a ellos se le sumó un duelo entre otro brasileño, Botafogo, y un uruguayo, Peñarol. Se jugó en Río de Janeiro. Entonces, esta semana Brasil fue el epicentro del fútbol sudamericano.

La atención, de todos modos, no solo estuvo puesta en lo que pasaba en el campo de juego. También, la preocupación por episodios violentos tuvo lugar. Es que los antecedentes más recientes fueron complicados. Y las previas de los encuentros eran amenazantes al respecto.

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De hecho, hubo motivos como para pensar mal. En la noche del lunes, día previo al duelo entre Atlético Mineiro y River, el encuentro que abría la semana, dos hinchas ‘millonarios’ (uno de ellos terminó con el tabique fracturado) fueron atacados por seis torcedores del Mineiro en Divinópolis, un municipio que queda a dos horas en auto de Belo Horizonte. Y el martes, horas antes del choque en el Arena do Galo, aparecieron carteles con amenazas en las inmediaciones del estadio. “Bienvenidos al infierno”, decía uno de ellos. “Los monos te matan”, afirmaba otro. “No sois bienvenidos hijos de puta, la muerte te espera”, se observaba en uno más, que estaba acompañado de una imagen con la cara de un cadáver y el escudo de River tachado.

En la delegación del ‘Millonario’ había preocupación por estas inscripciones. Pero ya habían llegado a Belo Horizonte concientes de que podían surgir esas cosas. Por eso, desde Buenos Aires se empezó a trabajar para darle seguridad a los 4 mil hinchas que iban a estar alentando al equipo de Marcelo Gallardo. Y si bien no les dieron la posibilidad de nuclearlos en un parque o una plaza, por negligencia de organismos de seguridad brasileños, al menos los ubicaron en una calle que fue cerrada con custodia policial. A su vez, River contrató agentes de seguridad privada y hubo dirigentes que estuvieron en el ingreso acompañando a los hinchas y supervisando para que todo salga bien.

Finalmente, no hubo ningún problema. Los fanáticos de la banda roja, que llegaron por aire y tierra, con miles de kilómetros recorridos, vivieron una buena aventura en la previa, ya que algunos aprovecharon para tomarse vacaciones y pasar antes o después por las playas de Río de Janeiro, pero se fueron tristes tras el 0-3 en el Arena MRV, que por momentos fue un infierno por el fuego de la gran cantidad de bengalas que encendieron los hinchas locales.

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Para los de Lanús, en cambio, lo que le devolvió su equipo en la cancha los dejó contentos. El equipo de Ricardo Zielinski tuvo una buena actuación en el mítico Mineirao, donde igualó 1 a 1 con Cruzeiro y quedó bien parado para la vuelta. Entonces, los 2.500 hinchas Granates, de los que muchos de ellos llegaron en nueve micros y siete vuelos charters, se fueron cantando y soñando con la final. También, con lágrimas en los ojos y tristeza. Tuvo que ver con la muerte del ex dirigente Marcelo Riagidos, más conocido como el Polaco, quien se desvaneció antes de entrar al estadio y falleció instantes más tarde. Una desgracia.

Con respecto a la seguridad, hubo algunos empujones con la Policía en los ingresos pero no pasó a mayores. Y en medio del partido, un hincha de Lanús se desubicó al hacer el gesto racista de mono hacia los brasileños y agentes de seguridad privada tuvieron un cara a cara con él y otros simpatizantes en la propia tribuna pero después se calmaron los ánimos.

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Los que la pasaron algo mal en la previa del encuentro ante Corinthians fueron los de Racing. Es que la Policía de San Pablo los retuvo un largo tiempo en los más de 30 micros que llegaron, luego de que hicieran el banderazo en la plaza Miller Pacaembú y los hicieron llegar tarde al partido, al cual entraron cuando ya estaba empezado. Una falta de respeto y una provocación, teniendo en cuenta además, el esfuerzo económico que hicieron por estar, con los pagos de las entradas y los viajes.

En la familia racinguista, que se fue contenta igual del Arena de San Pablo por el partidazo que jugó su equipo en el 2-2 con Corinthians, hubo un gran malestar por esta situación. Y es por eso que Gustavo Costas interrumpió en la conferencia de prensa a un periodista brasileño que le preguntaba por la inseguridad en Argentina. “Discúlpame, yo pienso que en Argentina no hay tanta inseguridad como acá cuando vienen los visitantes. Le pasó a los uruguayos, colombianos y argentinos», señaló Costas, refiriéndose a los incidentes que han sufrido hinchas extranjeros en tierras brasileñas durante los torneos de Conmebol. Y agregó: «Nos preocupa porque vino mucha familia nuestra. Quédense tranquilos que en Argentina no pasan estas cosas».

Los que peor la pasaron fueron los hinchas de Peñarol en Río de Janeiro, donde sí hubo cruentos episodios de violencia. Allí chocaron con la Policía local. La batalla campal dejó como saldo saqueos a comercios, destrucción de quioscos, el incendio de un micro y varias motos y cerca de 200 personas detenidas. Los uruguayos volvieron a pasarla mal en el estadio pero desde lo futbolístico: su equipo fue goleado 5 a 0 por Botafogo.

Se terminó la gira a puro fútbol por Brasil. Ahora es tiempo de las revanchas en Argentina y Uruguay.



Fuente Clarin

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