En la Copa Argentina «puede pasar cualquiera» dice con doble sentido el eslogan de un torneo que se destaca por las sorpresas casi en forma constante: pero lo que se vivió en Rosario superó todo porque no tiene registro en la historia del fútbol moderno, al menos en el país. Y todo por un acto de arrojo de Juan Román Riquelme, presidente de Boca.

El equipo de Fernando Gago le ganaba a Gimnasia y Esgrima de La Plata en la cancha de Newell’s por 1-0 y se metía en las semifinales de la competición cuando en el entretiempo se generó un conflicto entre los hinchas de uno y del otro lado. Recordemos que el certamen se destaca también por tener la presencia de ambas parcialidades.

No está claro cómo comenzó pero tampoco importa demasiado cuando se trata de violencia. Dicen que desde la popular del Lobo provocaron con cánticos y que los plateístas xeneizes respondieron revoleando butacas. Pero el bochorno fue in crescendo. Cuando la barra de Gimnasia amenazó con abrir una reja para ir a atacarlos cuerpo a cuerpo, desde la de Boca se anticiparon y cruzaron hasta ese sector para convertir a un partido de fútbol en una batalla digna de los tiempos medievales.

Parecía que se descontrolaba todo porque la presencia policial en la zona era mínima, mientras los gases lacrimógenos y las balas de goma empezaban a hacer su aparición. La transmisión de la TV hacía primeros planos de los rostros que iban de la desesperación a la furia hasta que en el epicentro del desastre apareció una carita conocida, la de Riquelme.

Juan Román Riquelme intercedió a tiempo y evitó lo peor. Foto: Sebastián Granata.Juan Román Riquelme intercedió a tiempo y evitó lo peor. Foto: Sebastián Granata.

El exfutbolista primero frenó a los barras de Boca, que reaccionaban con sorpresa al ver al viejo ídolo metido allí entre los suyos. Luego se acercó a los policías, tomándolos de la cara, tratando de transmitirles calma cuando parecía que quedaban acorralados por los de azul y oro. Román no estaba solo: Marcelo Delgado, Alfredo Cascini y Mauricio Serna, parte del llamado Consejo de Fútbol xeneize, integraban esa especie de formación tipo gladiadores que terminó arreando a los violentos hacia su tribuna.

Con su objetivo cumplido, Riquelme regresó a su palco atravesando una marea de manos, besos y abrazos. El conflicto se había apagado y el partido podía continuar. Pero la polémica seguiría tras los penales atajados por Leandro Brey y la clasificación a semfinales: de un lado los fanáticos del 10, del otro los detractores del exfutbolista.

En redes sociales, la imagen de Román tomó el tono de la épica hasta hacerse meme. El apoyo de la gente a Riquelme ya quedó reflejado en las elecciones de diciembre pasado, cuando fue elegido por los socios como presidente con el 65,3 por ciento de los votos, casi el doble de la fórmula de la oposición. Ahora, su decisión de enfrentar la situación y lograr desactivarla, mostró que su aura de líder sigue viva a pesar de los golpes deportivos y los reclamos recibidos durante todo el año.

También estuvieron los que no estuvieron de acurdo con su accionar en cancha de Ñuls, por ejemplo el tenista adaptado Gustavo Fernández, que hace poco representó a Argentina en los Juegos Paralímpicos de París 2024 y es fanático de Boca. «Román se comió el papel de Jusucristo, evidentemente», ironizó. Y luego le respondió a los «hinchas de Román» que cuestionaron su mensaje: «Qué cansado estoy del termo intransigente. Déjenme renegar tranquilo loco, veo todos los partidos de Boca, esté donde esté. No voy a ser cómplice de la pelotudez. Ya estoy cansado. Si no les gusta, no me rompan los huevos».

Los mensajes del tenista Gustavo Fernández en Twitter.Los mensajes del tenista Gustavo Fernández en Twitter.

El periodista Eduardo Feinmann, otro hincha de Boca ubicado en las antípodas de Riquelme, también disparó contra el presidente señalando algo que se hizo visible como nunca en la noche de Copa Argentina: la connivencia entre el presidente y la barra.

«Me pareció un asco», resumió Feinmann desde Alguien tiene que decirlo, su programa en la primera mañana de Radio Mitre AM 790. «Me da horrible esa connivencia y esa amistad entre el presidente de Boca y la barra. Hoy lo tratan de héroe, que paró la violencia, dejate de joder…», se quejó el conductor.

Tan cierto es lo que señala Feinmann como que esa relación que es un flagelo alcanza a todos los clubes del fútbol argentino. Y lo que es más grave: ya nadie se preocupa por tratar de combatirlo ni es mencionado en esas asambleas que encabeza Claudio Tapia junto a sus compañeros en la AFA.

Tras la clasificación a semis, donde enfrentará a Vélez con fecha a confirmar, Boca vuelve a jugar por la Liga Profesional este domingo: será local contra Deportivo Riestra, necesitado de sumar puntos en la tabla anual y tratar de acercarse a los puestos de clasificación de la Copa Libertadores.



Fuente Clarin

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