Patrizio Bertelli, multimillonario italiano, esposo de Miuccia Prada y verdadero hacedor del imperio de vestimenta y accesorios de lujo fundado en 1913 por Mario Prada en Milán, tiene una obsesión. Ganar la America’s Cup y llevar a un puerto italiano la defensa de la Jarra de las Cien Guineas, el inigualable trofeo del evento deportivo entre naciones más antiguo del mundo.

Para entender la obstinación de Patrizio Bertelli y darse cuenta del alcance de su perseverancia (sus sueños suelen transformarse en realidad), hay que seguir la historia del barco de regatas insignia de Italia, el Luna Rossa, y trazar una línea hasta conectarlo con la historia de Bertelli y del emporio Prada.

Patrizio Bertelli se enamoró de Miuccia, la nieta de Mario Prada, y le propuso matrimonio diez años después. El magnate italiano nació en Arezzo, en la Toscana, abandonó la carrera de ingeniería en Bologna para dedicarse a los negocios y, en 1986, un año antes de llevar a Miuccia al altar, abrió la primera casa Prada en Nueva York. A partir de ese paso, nada ni nadie pudo evitar que la vieja marca de objetos de cuero de Milán se transformara en un imperio.

Patrizio Bertelli, el legendario armador italiano del Luna Rossa. En 1999 llamó al argentino Germán Frers para diseñar su primer barco para una America´s Cup. Derrotó al AmericaOne de Paul Cayard y llegó a la final en Auckland. Foto Luna Rosa Prada PirelliPatrizio Bertelli, el legendario armador italiano del Luna Rossa. En 1999 llamó al argentino Germán Frers para diseñar su primer barco para una America´s Cup. Derrotó al AmericaOne de Paul Cayard y llegó a la final en Auckland. Foto Luna Rosa Prada Pirelli

No importa cuántos años tardó Prada en transformarse en lo que hoy conocemos de Prada. Bertelli lo logró. ¿Y el Luna Rossa? No importa que haya que remontarse a la gran final del año 2000 de la America’s Cup entre Luna Rossa y Team New Zealand, Patrizio Bertelli sabe que tarde o temprano ganará la copa y brillará en Italia la Jarra de las Cien Guineas.

Este jueves, día de vientos fuertes y aguas claras y agitadas en Barcelona, Patrizio Bertelli pudo festejar la primera Youth America´s Cup para el Luna Rossa, cuando sus jóvenes tripulantes, chicos de veintipico, arrasaron en la final contra el American Magic del New York Yacht Club y se quedaron con la primera e histórica edición de esta competencia de barcos más pequeños que los de la America’s Cup verdadera.

También el jueves 26 de septiembre de 2024 Patrizio Bertelli puso en marcha, una vez más, su sueño de quedarse con el trofeo mayor, con la America’s Cup. Se corrieron el jueves las dos primeras de trece regatas posibles (al mejor de siete) en una nueva final de la Louis Vuitton Cup de la que surgirá el “challenger” que enfrentará al último campeón, al “defender”, a -cuándo no- el Emirates Team New Zealand.

La “bala de plata”, como llaman a la versión actual del Luna Rossa Prada Pirelli. En cada lado o banda del barco, corren un timonel, un trimmer de velas y dos ciclistas que generan la energía que requiere el barco para volar. Foto Ian Roman/America´s CupLa “bala de plata”, como llaman a la versión actual del Luna Rossa Prada Pirelli. En cada lado o banda del barco, corren un timonel, un trimmer de velas y dos ciclistas que generan la energía que requiere el barco para volar. Foto Ian Roman/America´s Cup

Luna Rossa Prada Pirelli y el inglés Ineos Britannia de Sir Ben Ainslie, el máximo ganador de medallas olímpicas británico de todos los tiempos, quedaron empatados en uno luego de dos regatas largas, de ocho “legs”, que se corrieron en el formato match race de la America’s Cup, con el agregado de toneladas de adrenalina propias de lo que está en juego: el que gane en esta final no solo pasa a la historia bajo el título de “challenger”, sino que consigue un lugar para pelearle a mediados de octubre el título de campeón a los neozelandeses.

Patrizio Bertelli contrató al diseñador naval argentino Germán Frers en 1999 y puso en marcha la leyenda del Luna Rossa. Bertelli, Frers y los mejores ingenieros y regatistas de esos años lograron en tiempo récord poner en el agua una maravilla náutica de 24 metros, con un desplazamiento de 27 toneladas y 16 tripulantes para derrotar en la Louis Vuitton del verano del 2000 al AmericaOne del multicampeón Paul Cayard y, por primera vez en la historia, dejar a Estados Unidos fuera de una final de la America’s Cup.

Ese año Bertelli pudo festejar el triunfo del Luna Rossa en la previa de la America’s Cup pero semanas más tarde vio como Team New Zealand lo borraba del mapa en una final apabullante, por 5 a 0 regatas y reválida del título de campeones. Tuvieron que pasar 21 años para volver a ver a Luna Rossa pelear como “challenger” por la Jarra de las Cien Guineas. Fue otra vez en aguas de Nueva Zelanda y luego, como ahora en Barcelona, de ganar la competencia de selección (entonces se llamó Prada Cup por cambio en el sponsoreo) contra Ineos Britannia que también tuvo al timón a Ben Ainslie. Fue 7 a 1 para el Luna Rossa para llegar a una nueva grand finale, que los neozelandeses volvieron a ganar, aunque esta vez por un más honorable 7 a 3.

Luna Rossa ganó la primera regata e Ineos Britannia la segunda de las trece posibles hasta que uno de los dos alcance siete triunfos y se transforme en “challenger” del campeón. Empieza lo mejor en Barcelona. Foto Ricardo Pinto / America´s CupLuna Rossa ganó la primera regata e Ineos Britannia la segunda de las trece posibles hasta que uno de los dos alcance siete triunfos y se transforme en “challenger” del campeón. Empieza lo mejor en Barcelona. Foto Ricardo Pinto / America´s Cup

Luna Rossa este jueves arrasó en la primera regata contra el Britannia, pero no tuvo chances en la segunda. Quedan once regatas por disputarse y sería raro ver un ganador por goleada. Los seis equipos que llegaron a esta edición de la America’s Cup, pero sobre todo Luna Rossa e Ineos Britannia llevan muchos años ya conociendo el diseño de los barcos AC75 que inventaron los campeones en Nueva Zelanda, y ese factor ha eliminado, prácticamente, las grandes diferencias tecnológicas, de diseño naval e ingeniería, para dejar en manos del pulso de los tripulantes el destino final de cada regata.

Cómo se vio en estas dos primeras regatas, el que falla una vez, como ocurrió en la largada de la primera disputa con el Ineos Britannia y luego al perder el control de vuelo dos veces en las primeras dos legs, pierde. Es más complicado que nunca reponerse de cada mínimo error, porque las velocidades de casi 100 kilómetros por hora, el delicado equilibrio del barco para mantener el vuelo a suficiente distancia de las olas, pero sin sacar el timón del agua y así provocar una catástrofe, y la necesidad de mantener la táctica de cada regata a un nivel máximo de perfección para no hacer metros de más, transforman estas competencias de eliminación en un juego endemoniado para skippers con nervios de acero.

Patrizio Bertelli tiene en el Luna Rossa una auténtica bala de plata, tal como llaman aquí a ese barco de todos los sueños. Sus timoneles, James Spithill y Francesco Bruni, deberán ingeniárselas para usarla en el momento indicado y así, finalmente, ganar la America’s Cup.

Este jueves, frente a las playas de la Barceloneta, mientras Luna Rossa e Ineos Britannia peleaban a muerte en las dos primeras regatas de la final de la Louis Vuitton Cup, el “Taihoro”, el barco de los campeones, el barco del Emirates Team New Zealand, flotaba tranquilamente del lado derecho de la cancha de regatas, observando y tal vez eligiendo a su futuro competidor. Una imagen deliciosa para los amantes del mejor yachting del mundo, que cuentan las horas para ver, nuevamente, una nueva America’s Cup sin favoritos y con final abierto.

El Luna Rossa diseñado por Frers en 1999. En pocos meses, Bertelli y Frers crearon esta maravilla de 24 metros, 27.000 kilos de desplazamiento y fibra de carbono para 16 tripulantes. Foto Luna Rossa Prada PirelliEl Luna Rossa diseñado por Frers en 1999. En pocos meses, Bertelli y Frers crearon esta maravilla de 24 metros, 27.000 kilos de desplazamiento y fibra de carbono para 16 tripulantes. Foto Luna Rossa Prada Pirelli

Patrizio Bertelli sabe que sus deseos y sueños casi siempre se cumplen.



Fuente Clarin

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